Lisboa

Lisboa y sus barrios del casco antiguo, Alfama, Baixa, Belém, Barrio Alto y Chiado, … no dejan indiferente. A primera vista puede parecer que la ciudad necesita limpieza y una mano de pintura pero después de intimar más a fondo decides que maldita falta le hace, que es encantadora así. Azulejos que embellecen sus muros, calles estrechas, calzadas empedradas dibujando ondas en blanco y negro, cafés y ropa tendida estimulan los sentidos y llenan la vista de mil imágenes.

Está llena de vida, de color y de luz. Se asienta sobre siete colinas y para desplazarse por la ciudad evitando interminables escaleras y empinadas cuestas se pueden utilizar elevadores y funiculares. El antiguo tranvía 28 recorre la ruta más pintoresca. También puedes contratar los servicios de un tuk-tuk, versión eléctrica de los habituales en Tailandia, y acordar con su conductor el recorrido por la ciudad.

Las vistas desde el Castelo de San Jorge o desde los diferentes miradores del barrio de Alfama son espectaculares y la zona comercial de la Baixa Pombalina está llena de tiendas, antiguos cafés, teatros y restaurantes.

No debemos olvidar que la ciudad padeció un devastador terremoto en 1755. Después del seísmo el Tajo se salió de su cauce arrasando todo a su paso seguido de un incendio que duró tres días. Esto supuso una importante remodelación de gran parte de la ciudad tal y como la conocemos ahora.

Existen diferentes servicios de ferry para cruzar a la otra orilla del Tajo, por ejemplo desde Ribeira das Naos a Cacilhas, y comer un buen pescado.

La oferta de actividades no cesa cuando llega la noche.  En Adega Machado puedes cenar a la vez que disfrutas de la magistral interpretación de diferentes cantantes de fado. Pero la música también invade las calles y hay excelentes artistas callejeros en plazas, muelles y quioscos. En el situado en Cais de Sodré escuchamos varias noches al grupo Ginga a Milanesa, os los recomiendo.

Los alrededores de Lisboa merecen también vuestra atención. Sintra es patrimonio de la Unesco desde 1995. Se trata de una sierra de densa vegetación en la que las familias de la aristocracia edificaron sus palacetes de verano. Algo parecido pasa en Cascais donde visitamos una zona violentamente erosionada por el mar llamada Boca del Infierno. Setúbal, a unos cincuenta kilómetros a sur de Lisboa, se encuentra junto a la sierra de la Arrábida, Parque Natural desde 1976 y está situada en el estuario de Sado lugar donde viven de forma permanente varias familias de delfines nariz de botella. Pudimos ver la mansión, hoy en venta y abandonada, donde Jacqueline Kennedy vivió durante dos años tras el asesinato de su marido.

Incluid Lisboa en vuestros futuros destinos. No os decepcionará. Por cierto, la música que acompaña a este vídeo es del grupo Lisboa String Trio y el tema se titula Fado ao Lado.